sábado, 6 de noviembre de 2010

Inventores y Piscineros (DEPORTES)

Por todo el mundo, y si no ahora se van a enterar, es conocida la figura del "inventor".

El inventor, según la Real Academia de la Lengua, es aquella persona que inventa, ya puede ser un objeto, un juguete o cualquier utensilio. En el fútbol también tenemos inventores, más conocidos como árbitros, colegiados o trencillas. ¿Por qué los llamo inventores? Porque últimamente los pobres hombres no están afortunados en sus decisiones.

Empecemos por el “mejor arbitro del mundo”, el señor Howard Webb. Este inglés fue el personaje, si se me permite la expresión, de arbitrar la final del pasado mundial de fútbol entre Holanda y España. Todos nos acordamos de la brutal patada de Nigel De Jong, el centrocampista holandés, a nuestro tolosarra Xabi Alonso. Aquella patada tipo Chuck Norris dio la vuelta al mundo, incluso meses después. Después reconoció sus errores, admitiendo también que no supo cortar el juego violento que plasmaron los naranjas sobre el terreno de juego; pero parece que nuestro amigo no escarmienta, como diría mi madre. El encargado de elegir los árbitros para los partidos de la máxima competición a nivel de clubes de Europa, es decir, la Champions League, confiando en su buen hacer le encargó al susodicho colegiado un “sencillo” partido, prácticamente desconocido por cierto, un Milan – Real Madrid en San Siro. Nada más y nada menos que un partido donde entre ambos conjuntos suman 16 Copas de Europa en sus vitrinas. Como era de esperar el arbitraje fue nefasto, perjudicando claramente al equipo español. Dejando a un lado, pero sin olvidar, los errores en las faltas y en el color de las cartulinas, llegó el culmen de su actuación y de la de su linier. En las postrimerías del encuentro, Inzaghi, el legendario artillero de los Rossoneri marcaba el 2-1 en un fuera de juego de 2 metros, ¡2 metros!, llevando la locura a las gradas del estadio milanista y ante la desesperación del equipo entrenado por Mourinho. Más desesperante es ver como el fuera de juego se produce, literalmente, en la cara del linier sin ser interrumpido en su visión por nadie. Lo dicho, una vergüenza.

También son “para darles de comer aparte los colegiados de la Liga BBVA. No dan una. Todos sabemos que la labor del colegiado es muy complicada, ya que tienes que decidir sobre acciones que a la postre pueden ser importantes en muy poco tiempo, pero como diría aquel portero de una vecindad, “un poquito de por favor”.


Howard Webb, árbitro de la final del mundial.


Una de piscinas
Tal vez los árbitros se equivoquen porque a los españoles, desde siempre, nos ha gustado mucho la picaresca y a los que van viniendo, también. Me refiero en este momento a los “piscineros”, jugadores que esporádicamente, o no tanto, se dedican a ir engañando a colegiados para beneficiar a su conjunto y por consiguiente perjudicar al contrario. Piscineros en nuestra liga ha habido y habrán muchos pero me vienen a la cabeza tres nombres: Daniel Alves, del FC Barcelona; Cristiano Ronaldo, aunque éste esporádicamente, del Real Madrid; Sergio Busquets, jugador del Barça y Marcelo, lateral del Real Madrid.

Se lleva la palma el lateral brasileño del equipo culé. No hay partido en que no finja alguna acción. La última, hace 2 semanas en el partido entre Zaragoza y Barcelona. Cayó al suelo desplomado ante un “manotazo” de un jugador mañico, que en la repetición se aprecia claramente que no lo toca. Más de lo mismo tenemos con nuestro amigo CR7. En el partido antes mencionado contra el Milan, el luso fingió un puñetazo de Mike Tyson ante un leve golpe en su cuello. También recordar en la Champions pasada la “agresión” de Thiago Motta (Inter) a Sergio Busquets dando la vuelta al mundo el momento en el que el jugador de Badía se gira para mirar si expulsaban al Italo-brasileño. De Marcelo también tenemos varios piscinazas, sancionados normalmente con falta a favor del Madrid.

Ojo, no quiero decir que el resto de jugadores de otros equipos no se tiren, simplemente he puesto ejemplos.

Ya lo dice el refrán: “cría fama y échate a dormir”.

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